Soy artista, llevo media vida cantando por todo el mundo con mis espectáculos, siempre me he sentido muy agradecida por todo lo vivido, pero sabia que no sólo estaba aquí para cantar. 

Cuanto más escuchaba mi interior, cuanto mayor era mi crecimiento personal y espiritual, mayor era el interés por nuevas formas artísticas que hicieran expresarme y direccionarme hacia otro lugar. 

De vivir la música como un divertimento, cantando para alegrar al mundo, pasé a transitar hacia una conexión más profunda adentrándome a la sonoterapia. Allí descubrí el maravilloso poder sanador del sonido y de la vibración. 

En el periodo donde nos hicieron parar el mundo, dejé de viajar, dejé de cantar, y poco a poco fui desconectándome de mi esencia. Necesitaba volver a mí, necesitaba crear, volver a conectar con la vida, así que sin tener ni idea de cómo se coge un pincel empecé a pintar. Pintar sin juzgar, jugar a pintar, pintar por pintar y poco a poco y sin saberlo, volví a Re Conectar. De nuevo se despertó en mí otra forma de sentir más profundidad la vida. Mi interés por diferenciar los colores de las nubes, las texturas en la naturaleza y la geometría de las flores hizo que descubriera un mundo mucho más sutil, lleno de belleza y sensibilidad, como nunca antes lo había sentido y observado. Fue un volver a mí a lo grande, fue sentir unión con la naturaleza, con el universo, ser parte del Todo. He descubierto que pintar me ayuda a sentir la belleza que existe en todas las cosas y a conectarme con lo más profundo de mi ser. 

Ahora sé que, a través de mi arte y de toda mi experiencia, busco acompañar a las personas en su viaje de conexión con su esencia, a elevar la frecuencia vibratoria y promover la paz.